¿MAS PARTIDOS O MENOS PARTIDOS EN MEXICO?-POR JAVIER AGUILAR DUARTE

La noticia difundida acerca de la cantidad que se destinara para el financiamiento de los partidos políticos en nuestro país volvió a remover el avispero social y las reacciones ciudadanas no se hicieron esperar.

Que si ese dinero mejor se destina para despensas, que cuantas medicinas se pudieran comprar, que mejor se use para la construcción de hospitales, que si, que si y que si ha sido el argumento de muchas personas vertidas en redes sociales en torno a estos recursos económicos que a los ojos de muchos compatriotas no cumplen verdaderamente con la función de enriquecer nuestra vida democrática.

Es importante que sepamos que hay países en el mundo, y estamos hablando de países tanto de primer, segundo tercero e ínfimo mundo que tienen en la actualidad un gran número de institutos políticos. Por ejemplo Austria cuenta con 12 partidos políticos y no se diga Alemania, España, argentina o Nicaragua que tiene también un número importante de este tipo de instituciones.

Las opiniones se dividen y la mayoría no favorece a estos institutos hablando de nuestro país ya que desafortunadamente han sido de todo menos democráticos, te encuentras a políticos que saltan de la cámara de diputados a la cámara de senadores y luego a la asamblea de representantes y van de regreso a la cámara de senadores y se la han vivido décadas viviendo del erario público cobijados precisamente por un partido político que solamente les permite a un mínimo numero de sus militantes disfrutar de estos privilegios

Por esa razón, miles de ciudadanos se han pronunciado por la ciudadanización o la permisividad de las candidaturas ciudadanas o independientes y en ese sentido ya hemos ido avanzando aunque sea a paso de tortuga. Aunque también hay que decirlo, los representantes populares que hoy ocupan un cargo de elección popular y que “supuestamente” fueron candidaturas ciudadanas, estuvieron orquestadas y cobijadas desde estructuras partidistas, varias de ellas disfrazadas o camuflajeadas haciéndonos creer que con solo unos cuantos pesos llegaron al poder, argumento que no aguantaría un análisis de fondo.

Ante todos los argumentos, la mayoría en contra de los partidos políticos y su financiamiento, así como la necesidad de constituir nuevas fuerzas políticas en el país, me permito compartirles algunos párrafos de un artículo difundido en el periódico LA PRENSA EDITORIAL que se llama pluripartidismo y democracia, que contiene elementos que deberíamos de analizar y tomar en cuenta.

“ . . . Según algunos analistas y observadores políticos, la decisión de resucitar a los 26 partidos podría ser una maniobra del FSLN para dispersar el voto antisandinista y tener mejores posibilidades de ganar las próximas elecciones presidenciales, que tendrán lugar en el año 2006. Pero la verdad es que esa resolución se adoptó en cumplimiento de una sentencia de la Corte Suprema de Justicia, y no fue aprobada sólo por los magistrados sandinistas del CSE, sino también por los liberales, que son mayoría en el Poder Electoral.

También se dice que es muy perjudicial para el sistema político democrático que hayan tantos partidos, y que a lo sumo son 6 las corrientes ideológicas que fluyen en el país: liberal, sandinista, conservadora, socialcristiana, socialista o socialdemócrata, y comunista.

Pero, a nuestro juicio, lo malo no es que existan muchos partidos políticos, sino que sus campañas electorales partidistas sean financiadas con dinero del Estado sin tener ellos suficiente respaldo popular. Que haya una amplia oferta de partidos es lógico y necesario, puesto que la sociedad es realmente plural en todos sus aspectos: social, económico, cultural, étnico, religioso y político.

Ciertamente, en una sociedad libre y democrática la libertad de asociación política tiene que ser irrestricta, salvo que fuese para fines ilícitos y para perjudicar los derechos de las demás personas. El pluripartidismo es indispensable para que la democracia pueda funcionar apropiadamente, es decir, para garantizar la participación política de todos los ciudadanos y que las elecciones sean no sólo libres sino también competitivas.

Es falso que la existencia de muchos partidos disperse la voluntad política de la sociedad y que confunda a los electores a la hora de votar. Los ciudadanos son personas adultas, conscientes y responsables de sus actos, son fieles a sus opciones partidistas o saben escoger la que mejor les parezca, sobre todo donde hay libertad de expresión y todos los partidos y candidatos pueden difundir sus programas y promesas y competir libremente por el voto de los electores. Esto quedó palmariamente demostrado en las elecciones de 1996, cuando participaron 24 partidos pero sólo dos (el PLC y el FSLN), concentraron el 90 por ciento de los votos.

Y tampoco es válido el argumento de que entre más partidos hay las elecciones son más costosas, pues, como es bien sabido, en los últimos comicios nacionales de Nicaragua, en el 2001, debido al pacto entre Alemán y Ortega sólo participaron 3 partidos, pero fueron los más caros de toda la historia nacional.

La libertad de las personas debe estar por encima de todo. Y respecto a los partidos políticos lo único que puede y debe hacer el Estado es regular su constitución y su participación en las elecciones; establecer un umbral de representación (porcentaje de firmas de ciudadanos en relación con las últimas elecciones para autorizar un nuevo partido, o de votos para participar en la siguiente campaña electoral); entregarles el financiamiento de sus campañas electorales hasta después de los comicios y sólo a los que recibieron el 4 por ciento de los votos que establece la Constitución para conservar la personalidad jurídica; y supervisarlos para que las cúpulas partidistas no abusen de los recursos y los derechos de sus afiliados.

Si vivimos en una sociedad democrática y libre son los ciudadanos, y no el Estado, los que deben decidir con sus votos si únicamente dos partidos se alternan en el ejercicio del poder público, y cuáles organizaciones políticas deben tener o no cuotas de representación en la Asamblea Nacional y en los consejos municipales y regionales…”

 

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