PEDRO CANCHÉ, EL “PERIODISTA MAYA” MAESTRO DEL ENGAÑO, AMANTE DE LOS LUJOS Y LA BUENA VIDA

IMG_20150302_120228CANCÚN, Quintana Roo, 2 de marzo.— La vida y la personalidad de Pedro Celestino Canché Herrera, preso en Felipe Carrillo Puerto desde agosto del año pasado, acusado de sabotaje por haber puesto en riesgo el suministro de agua potable para 17 mil personas de esa cabecera municipal y sus comunidades, se caracterizan por supuestos, por apariencias y, desde luego, por el engaño.

A Canché Herrera sus defensores se han empeñado en colgarle etiquetas para fabricar a un luchador social, a un periodista comprometido con los oprimidos; a una víctima del sistema; le construyeron un pedestal sobre el cual erigieron un monumento.

Nada más alejado de la realidad. A Canché Herrera sus defensores lo identifican como “maya”, sin reparar en su mestizaje; lo llaman “periodista”, sin acreditar debidamente su desempeño como tal; lo definen como luchador social, sin tomar en cuenta que se le conoce como un provocador profesional.

Sin embargo, ninguno de ellos habla sobre su gusto por la buena vida, por los lujos, por los deportes “elitistas” y, sobre todo, por las mujeres, preferentemente rubias y con físicos totalmente alejados de la imagen de las mujeres mayas.

Pedro Canché Herrera es un amante de la isla de Cuba, pero no por cuestiones ideológicas, sino porque ahí puede vivir la vida que le gusta, gozar de los placeres mundanos, de los lujos, de los viajes de pesca a bordo de yates que los auténticos mayas sólo abordan para limpiarlos. Es también un amante de recorrer la isla, pero no en busca de sus monumentos históricos, sino de las “jineteras” que salen a diario en busca de unos dólares.

Ahí Pedro usa ropa de marca, goza, disfruta, se deja querer, se deja consentir, mientras sus seguidores permanecen en plantones, en protestas y cumplen las órdenes de este saboteador profesional, que a cambio de unos pesos los contrata para desestabilizar, para bloquear, para obstruir, para servir como “carne de cañón”.

Son las ventajas y los privilegios que da el ser un “luchador social”.

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